Dejamos atrás Centroamérica para continuar nuestro viaje por Colombia y Ecuador.
Tras nuestra experiencia en Costa Rica con los repelentes es ahora la raqueta matamosquitos la que nos daría algún problema en la seguridad del aeropuerto y nos sería requisada. Y no sería la primera vez.
La primera, en Cuba, un agente de la compañía la recogió del control de seguridad donde nos había sido requisada y me dijo en voz baja «guárdela y que no se la vea nadie». Cuba es así. Pero esta vez no parecía tan fácil que nos fuéramos a salir con la nuestra.
Nuestras dos primeras preocupaciones nada más llegar a Colombia tienen relación con la seguridad y el virus Zika que está azotando con fuerza Sudamérica. Respecto a la primera poco podemos hacer más que mantenernos alerta y ser cautelosos, como siempre solemos ser en nuestros viajes. La segunda nos hace dedicar mas tiempo del habitual a buscar información al respecto. Aunque todas las noticias dicen que los niveles de contagio estan bajando y que a las regiones a donde nosotros tenemos intención de ir no son de las más peligrosas sí que cierto que tenemos un pelín de miedo así que optamos por tomar alguna medida de prevención extra que no solemos hacer en otros viajes como comprarnos nuestra propia mosquitera con permetrina y llevarnos repelente de mosquitos para que no nos falte y cruzar dedos.
Nuestro plan inicial es visitar Bogota y alojarnos en casa de mi amigo Tonio que vive allí desde hace unos meses con su mujer Cata y sus dos hijos, volar a Cartagena de Indias y desde allí desplazarnos al parque de Tayrona para pasar unos días disfrutando de sus playas parando de paso a ver el volcán Totumo y alguna noche en el agitado pueblo de Taganga y la reserva natural de Minca
Todo lo hemos organizado hasta el último detalle como viene siendo habitual en nuestros últimos viajes. 11 días no son muchos y si queremos ver cosas y ahorrarnos algo de dinero debemos reservar los hoteles con algo de antelación puesto que en especial Tayrona suele ser bastante caro.
Como siempre nos dejamos de ver algunos de los sitios de obligada de visita en Colombia como la Piedra del Peñol, la zona de los cafetales de Salento, la Ciudad Perdida , la Amazonia, San Agustín, Medellin, los deportes de aventura en San Gil, las montañas de el Cocuy o el Monasterio de las Lajas pero diez días no es mucho y al final te ves obligado a tomar decisiones.
Finalmente por el miedo al zika cambiamos todos nuestros planes y decidimos quedarnos en zonas con altura para evitar los mosquitos.
Para llegar del aeropuerto a la Candelaria que es donde se suelen alojar los mochileros en Bogotá debes coger el bus K86, el 14-16 o el 16-14 a la estaciíon del Dorado y allí el transmilenio J6 a las Aguas. Por otro lado puedes coger un taxi por unos 40000 pesos.
Como toda capital que se precie, Bogotá es el epicentro cultural del país. Es una ciudad llena de eventos, en la que casi cada semana hay conciertos gratuitos de todo tipo de música, exposiciones, festivales… y por supuesto mucha rumba, la marcha nocturna colombiana.
La seguridad es una prioridad del gobierno colombiano y su centro está plagado de policías. La época del «paseo millonario» en la que los taxistas secuestraban a los turistas y los llevaban de cajero en cajero para sacarles la pasta parece haber pasado pero es cierto que hay muchas cosas que no se pueden hacer sobre todo a ciertas horas.
El Museo del Oro (3000 pesos) conserva, entre otras muchas obras precolombinas, tesoros del arte orfebre y cerámico muisca. Sí sólo se pudiera visitar un museo en Bogotá, y casi diría que en Colombia, tendría que ser el Museo del Oro.
Museo Botero. El más conocido de los artistas colombianos es de Medellín, pero Bogotá le acogió en diferentes etapas de su vida. Cuadros y esculturas que van desde su propia versión de la Monalisa hasta la representación de la Muerte tocando la guitarra. Todas las obras, tanto las de Botero como las de otros artistas, fueron donadas por el propio autor, como en el caso de la colección del Museo de Antioquia.
La Candelaria, el barrio histórico de Bogotá, sigue siendo el centro de la vida cultural de la ciudad, con sus Universidades, sus edificios históricos, sus museos (el museo del Oro, el Museo de Botero y la Casa de la Moneda se encuentran allí), sus graffitis y su intensa vida nocturna. Visitas obligadas son el Chorro de Quevedo –la plazoleta donde Gonzalo Jiménez de Quesada habría oficiado la ceremonia de la “fundación de facto” de la ciudad en 1538–, sus iglesias –entre ellas La Candelaria y Santa Clara–, el Teatro Colón y todos los monumentos que rodean la Plaza Bolivar, desde la Catedral Primada hasta el Capitolio Nacional. Y no puedes irte sin tomar una chicha, cerveza de maíz, o un masato, bebida de arroz.
Bogotá es bastante europea lo que en cierta medida nos ha defraudado un poco ya que esperábamos algo más como Lima. La mejor forma de desplazarse en la ciudad es en transmilenio (un ticket vale 2000 pesos) o en bici. Bogota es considerada «bike friendly» y el centro se cierra algunos días al mes a los coches para poder circular libremente.
Hay muchos graffitis por todos lados y el «graffity tour» se ha convertido en un clásico de la ciudad y una de las actividades que suelen hacer los turistas.
De Bogota a Villa de Leyva con transbordo en Tunda por 15000 pesos.
Villa de Leyva, situada a 150 km. de Bogotá, es una de las ciudades coloniales de Colombia que mejor ha conservado su arquitectura colonial y una de las que tiene más encanto. Famosa por su enorme plaza colonial que es una de las mayores de latinoamérica, Villa de Leyva ha permanecido anclada en el tiempo. Desde su fundación por los españoles allá por el año 1572, 500 años de historia parecen no haberla cambiado apenas.
En todo itinerario que te vayas a plantear por Colombia, Villa de Leyva es un destino que no puede faltar. No solo por su patrimonio colonial, probablemente junto a Barichara y, como no, Cartagena de Indias, sea una de las ciudades coloniales más interesantes, si no también por todo lo que se puede visitar y hacer en sus alrededores.
Además de su patrimonio colonial, con su espectacular plaza, sus pequeñas calles adoquinadas, sus casas con fachadas blancas, balcones con flores y patios interiores, herencia de la arquitectura colonial española, la ciudad tiene mucho más que ofrecer.
Las escalinatas de su plaza se llenan de turistas y locales cada noche así que es un lugar perfecto para tomarse un canelazo en Dorfkneipe o disfrutar de un té con un rico pastel en Tartas y Tortas.
En sus alrededores hay ruinas Muiscas, restos fósiles de animales prehistóricos, conventos, otras pequeñas ciudades para visitar como Raquita, y enclaves naturales de gran belleza.
El paro camionero que lleva 40 días paralizando el país nos impide movernos de Villa de Leyva a otros lugares y finalmente quedamos estancados cuatro noches ahasta que finalmente conseguimos reservar dos plazas en un coche compartido y sortear los piquetes hasta llegar de nuevo a Bogotá para coger el vuelo que nos llevara a Cartagena.
Cogemos un taxi del aeropuerto al centro por 13000 pesos. Estamos en la Colombia caribeña, que nada tenía que ver con la Colombia de Bogotá. La humedad y el calor que se te pega nada mas salir del avión sólo me transmite un sentimiento… vacaciones!!!. Hay más gente mestiza, y un gran porcentaje de afrocolombianos, cuyas raíces se remontan a la época en que traían a sus antepasados desde África para esclavizarlos.
No es de extrañar que cuando los conquistadores españoles llegaron a Cartagena de Indias en el año 1533, lo hicieran para quedarse. De ubicación y belleza excepcionales, esta joya de la arquitectura colonial es hoy una de las ciudades más bonitas de Sudamérica y la más turística de Colombia .
Apenas llevábamos un rato en Cartagena y ya teníamos la sensación de que nos va a encantar. Su centro histórico, la Ciudad Amurallada es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1984 y se encuentra en perfecto estado de conservación.
La ciudad esta dividida en 4 secciones que tienen relación con la clase social de la gente que vivía en ella. Getsemani que es donde estamos alojados es la antigua zona de la clase obrero y donde están situados la mayoría de hosteles económicos . Aun conserva ese aire decrepito de casas bajas y mulatos en las esquinas. Alrededor de sus calles centrales se concentran la mayoría de restaurantes y bares de copas muy al estilo caribeño y en la Plaza de la Trinidad los puestos de comida callejera.
Cartagena es un museo al aire libre protegido por los más de 10 kilómetros de muralla y fuertes, vestigio de un pasado militar que velaba por la protección de la ciudad de los incontables ataques. Hoy, turistas y locales disfrutan de la algarabía de colores azules, amarillos y rojizos que visten las fachadas de su colonial arquitectura. También lo hacen recorriendo lugares como el Portal de los Escribanos, la plaza de Santo Domingo, el Portal de los Dulces (donde encontrar ricos postres en puestos ambulantes) o el parque de Bolívar, lugares imprescindibles que visitar, además de la casa de García Márquez, construida por el arquitecto más famoso de Colombia, Rogelio Salmona.
Lo único malo de Cartagena de Indias, es que al ser un lugar muy turístico los precios están muy por encima del resto del país, y está todo organizado para que contrates excursiones y servicios en una agencia.
La clara apuesta de la ciudad por un turismo de calidad también incluye la buena gastronomía asi que no dejes de echar un vistazo a nuestra entrada de «Donde comer en Cartagena».
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